Abro la puerta abstraído por mis pensamientos. La realidad
me hace vivir en un presente sin tiempo, un lugar en el cual el calendario es
un adorno y el reloj una carga.
Allí estás, duro, seco y violento. Tus oscuros ropajes lo
envuelven todo.
El vello de mis
brazos se tensa como una alambrada de espinos, mi piel se vuelve rugosa y
adquiere relieve, un relieve que mis dedos sienten al intentar protegerme de
ti.
Me golpeas en la cara, aprietas mis descubiertos brazos y te cebas en mis pies desnudos con saña.
No te esperaba, no estoy preparado, has llegado pronto, muy
pronto.
Ya estás aquí; esta tarde bajaré al trastero a sacar cajas,
el invierno ha llegado.
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